Hoy es una noche como otra cualquiera de esas en la que tu cabeza (algunas) te llaman a reflexionar, antes de dormir, sin embargo hoy me propuse escribir, me lo propuse y dije ¿por qué no?
Siempre me ha hecho gracia la denuncia a dedo rígido que se suele hacer de la hipocresía, desde medios tan particulares como una conversación con cualquier persona hasta la difusión en grandes medios, como grupos de música, espolean a jóvenes con mas hormonas que neuronas, a derrocar el espíritu capitalista, el consumismo y que cuando se bajan del escenario se van a sus mansiones en sus grandes coches. Yo me considero tan hipócrita como a esos a los que se señalan, y seria de hipócrita válgame la “rebuznancia” decir que no lo soy. Posiblemente esté tan cargado de prejuicios o más que tú mismo que estás leyendo estas líneas. De verdad me gustaría sin duda poder ser el ejemplo de todos los ideales que conmigo viajan en la maleta de mis pilares. Me gustaría ser el perfecto ecologista hippie de manual, comunista utópico, liberal freudiano e incluso, cristiano modelo. Pero como muchos de vosotros incluso a tierna edad habréis descubierto esto roza el límite de lo imposible. Será por esa manía de crear los ideales teóricos o las normas morales, en la más grande de las utopías a una distancia abismal de las imperfecciones del hombre. Me gustaría no tener que comulgar con muchos de los preceptos que en mí día a día he de hacer, porque por mucho que esté en desacuerdo, la vida normalmente se empeña en a base de cabezazos si hace falta enseñarlo. Sin embargo aun me resisto a creer a pies juntillas muchas cosas.
Puede que ahora vuelva a parecer hipócrita, pues os voy a ser sinceros no tengo la suerte de cómo decía Freud y cito textualmente – he tenido suerte, nada me ha sido fácil-. Mi vida ha gozado de una comodidad en algunas ocasiones envidiables, si las comparo con casos de conocidos o incluso de gente que nunca llegare a conocer. No he vivido una guerra, ni una postguerra, no he vivido la ausencia de algún progenitor, ni el hambre ni el desempleo. No por ello diré que soy un marques aburguesado, puesto que opino, mis padres siempre me han enseñado el valor de las cosas y he aprendido bastante de medios poco pedagógicos. Por ello creo que podría empatizar aunque nunca comprender por supuesto a las personas que en un momento dado alzan la voz, y escupen a esas historias perfectas que Hollywood nos quiere colar.
Si no formas parte de la juventud alienada por el alcohol que opina, que la vida es una fiesta constante en la que por el mero hecho de existir ya se merecen todo, perteneces al resto con los pies en la tierra que dia a dia comprueban bien en compañeros amigos conocidos o bien en carne propia que la vida, no es para andar haciendo pruebas y que suele ser bastante perra. Por ello te debe joder cuando en las películas se intenta transmitir ese mensaje de americanismo puritano. El héroe es grande y da a la patria la justicia, el bien prevalece, los seres humanos son buenos por naturaleza, o la tan de moda cultura de la redención. Todo esto es bonito y en las películas sucede sin ningún problema, de hecho está bien pues a mi entender es en el único lugar donde puede pasar. Estamos tan artos como del gran hermano, de ver que la patria es injusta, que el bien pocas veces gana, y que los humanos no son ni buenos ni malos así les convenga, de hecho hay una máxima en la psicología conductista, permitidme solo una pincelada que dice que el sujeto acude al estimulo que le produce más satisfacción, en estos factores de satisfacción entraría valorar si merece la pena el esfuerzo en contraste con la recompensa. Es decir pura convicción hedonista. Y creedme cuando os digo que ser héroe anónimo y salvar un pequeño poblado en áfrica, requiere un gran esfuerzo para el reconocimiento mínimo que conlleva. Y por último que la cultura de la redención es un puro mito moderno, si no podemos en ocasiones perdonar a los que nos hacen un mal menor, podemos pensar que o bien la sociedad o bien un ente mayor que nos hizo a imagen y semejanza ¿ nos perdonará?.
Mientras el sofá esté más cerca que el prójimo y pulsar las teclas del mando sea suficiente para alejar de nuestros ojos esas imágenes tan desagradables. Los problemas seguirán ahí.
Ya puedan los americanos o cualquier socio de la cultura del bienestar inventarse cualquier cuento chino para poder pegar ojo por las noches, agarrando el arma que guardan debajo de la almohada.
Definitivamente no me gustaría que este texto llamase a error sobre mi intención que está muy lejos de pretender ser desalentadora y exenta de ánimo, para la lucha, pero una lucha lejos de los ideales “utópicos” y alejada de las posiciones ensoñadas. Una lucha focalizada llevada a cabo desde incluso la primera de todas nuestras células al mundo. Dejemos de mirarnos por encima del hombro a todos los que intentamos aportar algo al mundo porque evidentemente como antes he dicho, yo soy tan inválido de aporte subjetivo, como cualquier otra persona, ya sea afiliado a hijos de Satán o soporte financiero de todas las ONG del mundo.
Y ahora perfectamente podre irme a dormir a mi cama aceptando que por mucho que nos duela son cara y cruz de la misma moneda y que para que muchos nos pongamos unos zapatos mañana por la mañana, o simplemente para que yo pueda teclear esto en un ordenador, hay niños cobrando tan solo un plato de arroz. Que tal y como está la cosa es lo máximo que se va a pedir aquí.
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